Sentado de lleno sobre el cemento recalentado
del tendido número 3, solitario entre el pleno
multicolor
desentendido, de las caras bonitas de sus
proximidades, enteramente absorbido en su "metier"
asistía a la corrida Don Severo.
Don Severo es francés, revistero de toros de
La Petite Gironde. Este flamenco de la Aquitania es
un hombre sólido, macizo, moreno; tiene encasquetado
el sombrero, lleva chaleco y no desabotona la
americana oscura en aquella atmósfera de horno,
donde tantos pretendidos meridionales se quedan
en mangas de camisa.
En el sol, ocupado enteramente por la joven afición navarra, uniformada en blanco y rojo, como en
un cuadro de los Zubiaurre, que ha corrido esta mañana delante de los toros, entre las vallas que acotan
el camino del encierro, no parecen producir diversas
emociones los incidentes de la lidia. Se aplaude o
se abuchea más por hacer ruido que por premiar
una suerte lucida o por condenar una mala faena, y
entre tanto, aquella gente canta y danza sin descanso con inquietud rítmica y unánime. Es más que
nada, una bella descarga de energía de los mejores
ejemplares de una raza fuerte, sana y buena.
Don Severo, en cambio, concentra en la atención
de sus ojos sabios de lances y técnicas aquilatadas,
toda la fuerza de su cuerpo robusto.
Tiene un cuadernito menudamente cuadriculado
en el que apunta a lápiz breves notas misteriosas,
acaso en cifra extraña y difícil. Está serio y doctoral, como aquellos
señores que, en cierta cervecería de la calle de Sevilla, de Madrid,
constituian
antaño la "parte sana de la afición".
Don Severo posee una de las cuatro o cinco
ciencias enteramente cerradas, esotéricas, inaccesibles, que solo posee
en el mundo una docena
escasa de personas. Con la metafísica, la física teórica y la alta
matemática, la Tauromaquia constituye uno de esos recintos reservados al
ultraespecialismo, de expresión extrictamente técnica, sólo
comprensible después de una larga iniciación de
muchos años invertidos "tras el burladero", en
demoradas discusiones en torno al redondel o en las
mesas de cafés, bares y tabernas, en tertulias taurinas
y en lecturas sostenidas al día de libros y comentarios periodísticos.
"Libro de las Horas", Vicente Risco
(Vicente Risco nasceu no dia 1 de Outubro de 1884. Morreu em 1963.)
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